WELCOME!

Ahora que estás, no te vayas. Para cinco minutos, lee, relájate y, si quieres, deja un comentario. No me quedaré indiferente. 

Thursday, 17 February 2011

'EL GENIO'



El señor Dobidees era un genio. Totalmente, al cien por cien un genio. Al menos eso era lo que él decía. “¡Soy un genio!”, siempre anunciaba en los trenes, en los cafés, en los cines, a quien quisiera oírle.
Incluso en ese momento, el señor Dobidees estaba concentrado en su papel de genio. Pincel en mano, se encontraba sentado a la orilla de un río, observando la gran ciudad, con sus enormes columnas de humo sobrevolando los edificios. Las campanas de la iglesia sonaron, y el señor Dobidees comenzó a pintar. Pero, tras diez minutos de ardua concentración, dejó de intentarlo. Un pájaro voló en perfectos círculos. “Hmm”, masculló, “molesto. Esto es muy molesto.” Cada vez que el señor Dobidees intentaba pintar una sombra de la línea de un edificio, o el color de los árboles… estos cambiaban. Cambiaban por culpa del sol.
Era culpa del sol. El sol no entiende a los genios.
Disgustado, el señor Dobidees se marchó a su casa, se sentó en su mesa de trabajo y se dispuso a escribir su novela. Iba a ser la más grande, (y más extensa) novela de todos los tiempos. Algo sin parangón. Había comprado un paquete de 500 folios para imprimirla, y tenía el título: ‘El genio habla’. Sus dedos acariciaron levemente el teclado de su máquina de escribir, dispuestos a escribir la primera palabra de la primera página del primer capítulo. De repente, algo extraño ocurrió.
Sonó el teléfono.
El señor Dobidees saltó de su silla como un gato. ¿Quién podría ser? Se acercó al teléfono y lo escuchó sonar… una, dos, tres veces. Al décimo tono, descolgó.
Silencio. Nadie al otro lado de la línea.
Volvió a sentarse. Los genios y los teléfonos no están hechos para compartir habitación, decidió, así que se puso en pie de nuevo y se dirigió a su sala de música.
La sala de música no era exactamente una ‘sala de música’, sino un gran espacio pintado de blanco en medio del que se había colocado un gran piano de cola. El señor Dobidees se sentó al piano, y una lista de nombres cruzó su cabeza: Beethoven, Mozart, Bach, Tchaikovski… Dobidees… “Este es el momento que el mundo ha estado esperando”, se dijo. Respiró profundamente. Alzó las manos. Pero justo antes del instante en que comenzase a tocar, un ruido le interrumpió. ¡Un ruido que venía de dentro de su cuerpo!
El señor Dobidees se puso rígido. ¿Qué era aquello? ¡Su estómago estaba haciendo ruidos!
“Esto es poco común”, exclamó el señor Dobidees, “sencillamente muy poco común”.
Y siguió repitiendo lo mismo todo el camino hacia el supermercado, donde compró una barra de pan, un paquete de queso, ocho cebollas, un plátano y tres tomates. Tras devorar toda su comida, regándola con una taza de buen té, por supuesto, el señor Dobidees se dijo a sí mismo…
“Soy un genio. Yo. Dobidees. Un genio.”
Fuera, ladró un perro. El gato continuó durmiendo. El molesto sol no dejó de brillar. La vida seguía, imparable.

SI LO LEYERA, LA PERSONA A QUIEN VA DEDICADO ESTE CUENTO SE VERÍA REFLEJADA EN ÉL. PERO, COMO NO VA A HACERLO, DISFRUTAD VOSOTROS DE LA HISTORIA, COMENTADLA SI QUEREIS... A MÍ, ESCRIBIR ESTE CUENTO YA ME HA SERVIDO DE MUCHO.

Monday, 29 November 2010

the tale of Terribly Good Bertha



"Hace mucho tiempo, vivía no lejos de aquí una niña llamada Berta, que siempre se portaba bien y trabajaba mucho en la escuela y en su casa para hacer felices a sus padres y a todo el mundo. Berta nunca se ensuciaba, nunca llegaba tarde, siempre ordenaba sus cosas perfectamente, nunca decía mentiras y jamás cometía la más mínima falta de educación. Era una niña preciosa y además terriblemente buena. Tan buena que consiguió ganar cuatro medallas. Una de ellas decía: “A la más puntual”; otra decía: “A la más limpia y ordenada”; otra decía: “A la más educada” y la última decía: “A la mejor niña del mundo”.

Un maravilloso y soleado día, el rey del país donde Berta vivía invitó a la niña a comer a su palacio. Berta se alegró mucho. Para ella era un gran honor, así que se puso su vestido más limpio y más bonito y colgó sus cuatro medallas relucientes alrededor de su cuello. Para llegar al palacio del rey había que atravesar un bosque en el que vivía un gran lobo que siempre estaba hambriento. Cuando el animal vió a Berta con su precioso vestido y tan arreglada, caminando despreocupada por el bosque, pensó ¡Aha! ¡Qué niña tan bonita! ¡Tengo que comérmela enseguida! Y se lanzó a por ella. Berta se asustó muchísimo e intentó escapar a toda velocidad, mientras gritaba pidiendo auxilio.

Pero las medallas eran muy pesadas y no la dejaban correr cómodamente. Finalmente el lobo la atrapó con facilidad y se dió un sabroso festín con ella. Se la comió entera. Sólo dejó, curiosamente, las cuatro medallas..."

Hace mucho tiempo que no releeo este cuento y, he de admitirlo, esta es la primera vez que 'veo' la versión española que Txems hizo un día de él -con mi permiso, claro- y que de vez en cuando incluye en sus exámenes.


Bertha vino a mí hace ya unos cuantos años, en forma de dictado -si, lo digo, a veces escribo para mis alumnos, aunque ellos nunca lo saben- cuando esto de la escritura era difícil, inseguro y solitario. Ahora también lo es, aunque menos, porque Bertha forma parte de algo mucho más grande, que va lento pero seguro, que cambia todos los días y que tiene título y -creo- final, aunque sólo esté, de momento, en mi cabeza.


Hace poco Bertha reapareció en mi pensamiento después de un hecho estúpido pero que me hizo reflexionar. Un viernes cualquiera me viene mi querido Audicito Mc Queen, con la inocencia propia de sus tres años, con un papel enrrollado en el lunch pack del cole...


Sus primeros deberes.


Resulta que el chiquillo tenía que decorar un tomate para el lunes siguiente(sí, sí, parece coña pero es cierto)en un concurso de su clase, con la única premisa de que fuera ROJO. El crío está emocionadísimo, como es de suponer, porque es algo NUEVO...


¡Qué lástima de hijo! Con lo que a mí me gusta el rojo-que-te-cojo y no hay NADA de ese color en casa...


Dejo pasar el resto del viernes, parece que se le olvida, aunque a mí no...


Pasa el sábado...


Y llega el domingo.


Tarde aburrida. Hace un frio que corta la respiración, el maldito tomate se está convirtiendo en una preocupación seria, porque a él no se le olvida que tiene que decorarlo y yo sigo sin encontrar una salida 'roja' que darle al asunto.

Así que echo mano de la imaginación, nos sentamos los tres juntos (¿cómo iba a dejar al Señor Keke fuera de la fiesta?) y comenzamos a decorar el bendito tomate con todo lo que encontré a mano: plastilina, pintura de dedos, lápiz de labios, esmalte, unas bolsas del corte inglés...

Con nuestro resultado de lo más aparente, nos fuimos al baño (a quitar la plastilina del pelo de Audicito Mc Queen y la pintura de la cara del Señor Keke) y luego a dormir -¡sí, the sound of silence...!- después de una tarde de domingo de lo más 'roja'.

Día siguiente. Salimos del coche en dirección al colegio, los dos churumbeles, mamá... y el tomate. Los niños van contentísimos, y mamá... flipando en colores, porque se fija -'observo, luego existo'- en las otras mamás y sus tomates.

¡Hasta uno en 3D ví!

De vuelta del cole me encontré pensando en Bertha. 

¿Por qué queremos siempre que nuestros hijos sean los mejores, los que más destaquen, los que se lleven todas las medallas? Los más simpáticos, los más inteligentes, los mejores estudiantes, los más limpios... y nosotros terminamos haciendolo por ellos.¿A donde puede llevarles eso? Estoy segura que todos los padres quieren lo mejor para sus hijos, y es por eso que yo no hice sola aquel tomate (por eso y porque soy UN DESASTRE  con las manualidades, pero ssshhh...). Pasamos un rato redondo los tres y nuestro tomate no fue el mejor, pero no me arrepiento en absoluto. Si mi hijo tiene que ganar alguna medalla en su vida, quiero que sea por sí mismo y en lo que él quiera...

No quiero que el lobo termine comiendoselo entero...

...excepto las cuatro medallas.

Que disfruteis del cuento.

Friday, 19 November 2010

Ay como el aireeeee....


 

Bueno, dicen que 'mal de muchos, consuelo de tontos'... hoy Lady Sandman se siente victoriosa:

¡Sííí, he ganado la batallaa...!

Me estoy emocionando, así que voy a empezar por el principio, que no cunda el pánico:

Necesito que imagineis a una teacher de inglés que llega a su casa a las diez y pico de la noche, esperando encontrar a sus dos retoños con fiebre (solucionable, el Dalsy es invento del siglo después de los pañales), con hambre, sueño... en fin, hecha unos zorros.

Abro la puerta de mi domicilio conyugal. Y entonces es cuando Txems me espeta (con algo de cautela) 'Darling, no tenemos Internet'.

Guay, me digo, una más que añadir al calcetín de problemas. Por supuesto, mi primer impulso es comprobarlo, y sí, es cierto. Tras ello, llamada al servicio técnico, no vaya a ser que los chicos hayan escojonciado el invento o que Angus Almighty lo haya inutilizado de un caramelazo -que ya me pasó.

No. No funciona.

Llamada al servicio técnico. Un 902 que te cobra un huevo. Comunica. ¿Comunica? ¡Comunicaaaaa!

¡Dios! Hay una traducción pendiente, de la que 'pende' también mi futuro económico para este finde. Mi parte más negativa se pone a temblar. Mi parte positiva, en cambio, reacciona. ¡Los vecinos tienen fijo!

Mis vecinos, muy futboleros ellos, ven entre tanto el partido de la Selección con los pompones y el maquillaje puestos, y ahí llego yo, a molestar a las once de la noche. No pasa nada, para eso estamos los vecinos, me dicen, y yo doy gracias silenciosas al Ente Incorpóreo que me los puso en el camino.

Nueva llamada. Bienvenido al servicio técnico de 'Terriblephone'; su llamada será atendida en unos instantes.

¡Y una %&$$! Me paso veinte minutos con la oreja pegada al auricular, entre faltas y corners, hasta que lo consigo. Su linea está bloqueada debido a un impago, me dicen, contacte con nuestro servicio de Atención al Cliente. ¡Como si fuera tan fácil, pienso! Pero me van a oir, porque corro a mi armario y veo que las cuentas están, por supuesto, en orden.

No me oyen hasta las 8:3o del dia siguiente, cuando mi voz despierta las legañas del teleoperador del otro lado, al que tardo en convencer de que YO LLEVO RAZÓN y ELLOS NO. La voz al otro lado de la línea me asegura que con los datos que le doy está todo solucionado, que tendré mi línea reestablecida en unas horas. ¿Unas horas? No me creo nada, pedazo de inutil.

Bienvenido al Servicio de Atención al Cliente de 'Terriblephone'. Por favor, diga uno a uno el número de CIF o NIF al que está asociado la línea para la que desea hacer la consulta. Lo que deseo, y fervientemente, es estrangular a la operadora automática, que no entiende mis números y me tiene desde las 11 a las 13:30 cabreada.

Y con la misma música de fondo ME PONEN EN ESPERA ONCE AND AGAIN. 'Ay como el aireeee...!' Y a empiezo a odiar la canciocita de las narices.

La operadora de las 13:30 parace estar sufriendo un ataque de apatismo máximo, pues la amenazo con apelar a consumo, al Susun Corda y mil cosas más, y a ella (mind my language) se la pela... Sigo sin linea.

Pasan dos horas. Consigo colocar a los niños con otra vecina, siguen malos pero debo ir a trabajar, me meto en el coche y voy preparando mientras conduzco otra estrategia. ¡Ha, voy a hablar con 'Terriblephone' Financiera, como que me llamo Lady Sandman! Otro operador me dice que debo enviar un fax, y esperar 72 horas. Le digo que voy a seguir llamando cada hora y pico hasta que se me solucione, que no voy a pagar la siguiente factura y que me voy a dar de baja, que el servicio de Atención al Cliente es para incompetentes, y mil cosas más que se le pasan a Lady Sandman por la cabeza...

Para mi sorpresa, su respuesta es: ESTÁ USTED EN SU DERECHO.

Seis y cuarto. Al fin, contacto con una teleoperadora amable y dispuesta, que me lo soluciona todo en el momento. La felicito por ser la única en la compañía que sabe hacer su trabajo y le deseo un buen turno.

Si no es por ella, no estaría ahora terminado de escribir este post.

Siempre he odiado los servicios de atención al cliente, las llamadas de número desconocido (que te despiertan de la sacrosanta sienta del Saturday Afternoon) y las que empiezan '¿Puedo hablar con la señora de la casa?' o 'Este es un servicio gratuito, su llamada a ser grabada', pero, lo juro, a partir de ahora, me van a tener en contra por norma.

Por eso, porque ESTOY EN MI DERECHO.

Palabra de Lady Sandman.


Wednesday, 17 November 2010

My name is Gus... An-gus


Por favor, permitanme damas y caballeros bloggeros que me presente. Mi nombre es Angus, aunque se me conocen muchos títulos, que van desde 'gato purrupador' a '¡mierda de bicho!'. Los anales dicen que un alma caritativa me encontró un cuatro de julio en los montes del planeta Axturias, a punto de despeñarme, agarrado con fuerza a una rama. Por aquel entonces era yo un imberbe cachorrillo de mes y pico, solo y abandonado. Pero tuve suerte, sí. Me metieron en un coche, me colgaron un cascabel y me fui con la humana que me encontró.

Dicen que mi nombre es en honor a un guitarrista de música 'Jevi'. Pero no, ese músico debería sentirse honrado por compartir honomástica, que no profesión. Mi trabajo es fundamental, aunque muchos no lo ven. Soy Guardián de Humanos. Y a mucha honra.

Con aquella humana de casa mínima y hábitos algo cuestionables estuve hasta mi mayoría de edad. La eché de menos, lo admito, pero no me quejo. He salido ganando, o eso creo. Desde hace siete años humanos me encargo de todo lo concerniente al cottage que Lady Sandman y Txems comparten en los Madriles: superviso a sus visitantes, compruebo que las camas no tengan arrugas, soy catador de su leche (por si enferman) e incluso llegué a pronosticar la llegada de los dos cachorros humanos que ahora están bajo mis cuidados.

Un trabajo agotador, sin duda.

Porque, por supuesto, ellos NO LO SABEN. Pero son de mi propiedad, que para eso soy un gato.

Son las 9 y media de la mañana de un miércoles cualquiera. Oigo la llave de la puerta y me posiciono en la esquina inferior del marco de la puerta de la calle, convenientemente preparado para que la luz resalte mi inmaculado pelaje y ella me vea, y me dispongo a realizar una de mis tareas diarias. Saludar al 'Huesped 1', la fémina de la familia humana que cuido.

Purruwau...

Ella sonrie, me acaricia la cabeza -adoro cuando hace eso con sus uñas largas; lo admito, me pone-y se dirige al frigo. ¿Quieres leche? Me relamo. Sí, un chupito de leche a estas horas me vendría de perlas, querida.

Purru, purru, purru...

Siguiente parte del plan. Grácil de movimientos, basculo sobre el lado derecho y le muestro mi pancita. Eso, queridos humanos, se llama técnicamente 'hacer POCHÓN', y es mi especialidad, como Gato Guardian que soy.Ella se rie y me dice algo en humano con tono dulce. ¡Me encanta esta parte! ¡Ahora viene ... tachán: el cepillo, el mejor invento del mundo gatunero desde el Catshow! La sesión de peluquería dura un ratito, ella se esmera y yo... go...zooo...

Las 12. Toca siesta mañanera encima de su cama. Sólo su cama, pues la ropa está prohibida, al igual que los armarios. Mientras tanto, mi huesped debe encargarse del trabajo sucio, llenar mi bol de galletas, vaciar mi WC y dejar mi baño limpio como la patena. La observo con desdén desde mi posición. ¡Ay qué sueño!


Las dos. Hora del estrés. Llega a casa el 'Cachorro 1'. Mira mamá, Angus está dormido. Sí, lo estaba, hasta que tú me agarras el rabo y tiras de mí para que te deje sentarte EN MI SITIO. Suspiro resignado, esto durará poco, porque el 'Cachorro 1' viene con más hambre que ganas de molestarme.

Ellos comen y ven 'Código Lyoko'. A mí me llama de nuevo el sofá.

17:45. De nuevo, llave en la puerta. Madre e hijo han salido, la casa está en silencio. Llega el 'Huesped 2', cargado con una bolsa llena de papeles y con ganas de descansar. Poco te queda, amigo, pronto vendrán los cachorros de la 'zona de adiestramiento', y esto será la locura en spray.

Efectivamente, suena el timbre (yo me escondo, por si las moscas), y al rato, aparecen 'Cachorro 1' y 'Cachorro 2', este último, terrorista gatuno en potencia, pues no se amedranta cuando le hago saber, educadamente, que me está agobiando y que deje de tirarme de los pelos de mi regio bigote de una... vez. Tras un rato de gimnasia -bebé corre, gato se esconde, bebé corre más, gato sale a la carrera, bebé llora- llegan los baños, el  estribillo 'la-caca-se-hace-en-el vater',las cenas y...

¡Mammiiiiii...!

'Huesped 1' vuelve del trabajo, suelta los tacones y el bolso y corre en auxilio de 'Huesded 2'. Yo me oculto, como la vista previa del Windows, no vaya a ser que se confundan y/o me den un bibe y/o me pongan unos pañales.

9:50 p.m. El sonido del silencio, oh, qué maravilla. 'Huesped 1' y 'Huesped 2' se sientan el el sofá -claro, no EN MI SITIO- intercambian impresiones, arreglan el mundo (o eso piensan). Nada sabe tan dulce como esto; bueno sí, quizás que me dejaran dormir con ellos, pero eso no lo he conseguido hasta ahora. La puerta siempre se cierra cruelmente y...

Mañana será otro día.

Que no os piquen las chinches.

Afectuosamente: Angus Almighty


Friday, 12 November 2010

La primera... ¿en la frente?



La primera entrada. El manual del blogero supremo dice (creo) que hay que presentarse. Soy un poco de todo: esposa (suena mucho mejor que 'mujer'), activa, pasional y a veces con un poco de mala leche; madre, rozando la risión cuando juego con mis dos joyas, Audicito McQueen, apasionado por los coches desde hace tres años y medio, algo borrico, animal de costumbres y un poquito ladrón, y El Señor Keke, que en sus casi dos años de vida ha decidido pintar mi vida de colores, sonreir en cuanto me ve y, a veces, solo a veces, marcharse 'hasta con un gitano', pero sólo si el gitano tiene pan. 

Cinco horas al día, durante cinco días a la semana, soy profesora de la lengua de Sir William Shakespeare, arte que practico con pasión, un poquito de cara dura y mucha vocación, porque no en vano vengo de la más pura tradición de los 'profes' de antaño, he corrido mucho y tuve buenos maestros.

Desde hace mucho: escritora. Pero no de esos que dicen-que-escriben porque de vez en cuando le dan al word de su ordenador; soy de esas que se sienta a diario, durante dos horas mínimo, a 'discutir' con sus personajes, que sueña con ellos (cuando duermo, que es bien poco), que se siente libre llenando hojas muertas de palabras ligadas y que, en su ingenuidad y/o su estupidez, pretende llegar a algún sitio en el mundo del 'romance fiction'. Por supuesto, siempre en inglés... ¿siempre? Naaaa...

También observo, luego existo. Es cierto que la vida te da sorpresas, como a Pedro Navaja, a Mala Sombra y a Mac the Knife, y de esas yo tengo todas las semanas. Esta ha sido completita, de viernes a viernes.

Viernes 5, 16:15 aprox. The teacher in me se encuentra en su más deliciosa salsa, inmersa en un seminario de FCE que ella misma organizó y que cuenta con 11 alumnos. Antecedents: a mi genial jefa, a quien a partir de ahora llamaremos 'Micro-mega-super-maniyer- de la muerte' le entra la paranoia de 'Oh, no lo controlo, no lo controlo' y me hace pasar el peor inicio de curso de mi vida, que aguanto con paciencia y aplomo, pero que jode, vaya (la falta de confianza, digo). Aprieto los dientes y sigo adelante, y como ella trabaja en el otro extremo de la Ciudad sin Nombre, pues hago como que ojos que no ven, corazón que no siente.

La primera EN LA FRENTE.

A lo que iba: viernes 5, 16:15 aprox.'Micro-mega-super-maniyer-de la muerte' se aparece en clase de 'bicos yes', haciendo resonar sus tacones de taitantos euros y enredando su dedo en el peinado de peluqueria de cincuenta y pico euros de la semana como hace siempre que se que está nerviosa y se siente insegura de lo que va a hacer.

Lady Sandman suspira.

Da igual: the show must go on. Y este promete.

A pesar de haber en la puerta un cartel enorme prohibiendo el paso a toda persona ajena a la obra, porque hay un exam in progress y se ruega please do NOT disturb, aquí llega. Mi cara se curva en una sonrisa de 'you´re welcome' y sigo a lo mío, como si no estuviera. Mis chicos soportan la presión, aunque les ahoga un poco ver que me supervisan sin motivo alguno. So cute!

Lady Sandman corrige el use of English. One-B, two-C...

Sin moversele ni un pelo, no hay nada que esconder.

Ella supervisa. Se sube las gafas de D&G con su dedito indicador rodeado por una sortija que quita el hipo. Cruza las piernas. Asiente. Por centésima vez se enreda el pelo (¿nadie va a decirle que esas extensiones se pueden estropear?). Mis chicos flipan...

¿Quien esta haciendo el examen, vamos a ver?

Llega el climax, justo antes de que acabe la clase. 'May I have a couple of words with your students?' Vaya, pienso, al menos es politicamente correcta. Tú misma.

Le cedo el estrado y me voy al toilet (que también soy humana). Pego el oido y ahora soy yo la que alucina pepinillos, como diría un guapísimo amigo mío. ¡Les está echando la bronca! ''Oh, Blessed Lady Di who are in Heaven', rezo, 'que no la maten...' ¿a quien se le ocurre la peregrina idea de interrumpir una clase (error 1), de corregir por encima del profesor (error 2) y, como remate de los tomates,  'preach someone else´s students' cuando estás cobrandoles $$$ eurazos por dos horas, más libro, más material, más autopista de peaje si me apuras?

Lady Sandman cierra su boca. Dejemos que ella misma se convenza.

Pasa la semana. Con penas y glorias, entre pañales, cenas improvisadas, biberones y un capítulo completo más que añadir a mi libro.

LLEGA EL VIERNES. Seminario again.

 Lady Sandman se presenta más que on time en el centro, como siempre; porque me encanta esa clase y porque yo lo valgo me tomo un café sin saber lo que me espera pero, honestamente, imaginandolo.

Mis alumnos desean equilibrar la balanza. Por fin.

'Si estamos en esta clase es por tí, no por nuestros padres ni porque vista mucho tener el First.' Esa frase me hace sonreir, mucho, loud and clear, vuelvo a pensar que la vida es justa, que todo el mundo tiene lo que se merece.

Lady Sandman 1/ Micro-mega-maniyer-de la muerte 0.

TO BE CONTINUED? Sinceramente...

Espero que no.